This post is a translated and edited version of
an article first published in English on the Guardian's Political Science blog
Foto: Workers at Lucas Industries, Shaftmoor Lane branch, Birmingham, 1970. Lucas Memories website, lucasmemories.co.uk
En enero de 1976 los trabajadores de Lucas Aerospace publicaron un plan alternativo para el futuro de su empresa manufacturera. Fue una respuesta novedosa a los anuncios que miles de despidos porrazones de reestructuración industrial, la competencia internacional y el cambio tecnológico (especialmente la automatización).
En lugar de elegir el paro, los trabajadores argumentaron su derecho a la producción socialmente útil.
Alrededor de la mitad de la producción de Lucas era financiada por contratos militares. Dado que este dependía de los fondos públicos, al igual que muchos de las inversiones de reestructuración civil también recibían fondos públicos, los trabajadores argumentaron que era mejor utilizar el gasto estatal con el fin de desarrollar productos socialmente más útiles.
El Plan fue rechazado por la administración y el gobierno. Sin embargo, sus ideas catalizaron un movimiento para la democratización del desarrollo tecnológico en la sociedad. En la promoción de sus argumentos, los sindicalistas en Lucas enrolaron el interés de trabajadores de otros sectores, militantes sociales y para paz,
científicos radicales, los ambientalistas y la izquierda. El Plan se convirtió en el símbolo de un movimiento comprometido con la innovación con fines sociales por sobre el beneficio privado.
La elaboración del Plan incluyó una perspectiva participativa en la cual los sindicalistas consultaron a sus propios miembros. En el transcurso de un año construyeron su plan sobre la base de los conocimientos, las habilidades, la experiencia y necesidades de los trabajadores y las comunidades en las que vivían. Como resultado recolectaron los diseños y prototipos de más de 150 productos alternativos. El Plan incluyó un análisis de mercado y argumento económicos; propuestas para mejoras en la formación de los empleados y ampliación de las competencias. Asimismo, el Plan sugirió que el trabajo se reorganiza en base a equipos menos jerárquicos y con menos barreras entre el conocimiento tácito del taller y el conocimiento teórico de los ingenieros y la oficina de diseño.
El diario conservador inglés, The Financial Times describió el Plan de Lucas como “uno de los planes alternativos más radicales jamás elaborados por los trabajadores para su empresa ‘(Financial Times, 23 de enero de 1976). El Plan fue nominado para el Premio Nobel de la Paz en 1979.La revista El New Statesman afirmó que ‘Las implicaciones … del plan ahora se están discutiendo unas veinte y cinco veces a la semana en promedio en los medios internacionales “.
A pesar de esta atención, los delegados sindicales sospecharon (correctamente) que de forma aislada el Plan no convencería a la administración ni al gobierno. Al mismo tiempo, los líderes nacionales de los sindicatos también se mostraron reacios a aceptar esta iniciativa de base; estaban preocupados por que asentara un precedente que podría haber desafiado su lugar de privilegio en la jerarquía de poder.
Mientras tanto, y como palanca para ejercer presión, los delegados sindicales se embarcaron en una campaña política más amplia para el derecho a la producción útil socialmente. Mike Cooley, uno de los líderes, dijo que quería “, inflamar la imaginación de los demás” y “demostrar de una manera muy práctica y directa el poder creativo de la gente común”.
Los trabajadores de Lucas organizaron road-shows, demostraciones didácticas, y crearon un Centro de Industria y Sistemas Tecnológicos Alternativos (CAITS) en Londres. Diseños y prototipos fueron exhibidos en eventos públicos en todo el país.Se realizaron documentales televisivos sobre el Plan. El Centro ayudó a los trabajadores de otros sectores a desarrollar sus propios planes. Los activistas se vincularon con movimientos afines en Escandinavia y Alemania.
Este movimiento social, cuestionabala perspectiva establecida que decía que la tecnología se desarrolla de manera autónoma de la sociedad, y que la gente debía adaptarse a las herramientas ofrecidas por la ciencia y el capital.
Los activistas argumentaron que el conocimiento y la tecnología eran construidos por elecciones sociales durante su desarrollo; y que esas decisiones debían ser más democráticas. Los activistas cultivaron espacios para el diseño participativo; promovieron la tecnología centrada en lo humano; y buscaron más control para los trabajadores, las comunidades y los usuarios en los procesos de innovación y producción.
Cuando los londinenses votaron a la izquierda en las elecciones municipales en 1981, surgieron posibilidades concretas de apoyo. El gobierno local de izquierda introdujó una estrategia industrial comprometida con la producción socialmente útil.
Mike Cooley, que fue despedido de Lucas por su activismo, fue nombrado Director de Tecnología de la ciudad. Se crearon una serie de Redes de Tecnología. Anticipando a los FabLabs de hoy, estos talleres se basaron en el trabajo comunitario, compartieron máquinas, herramientas, acceso aapoyo técnico, y servicios de creación de prototipos. Estaban abiertos para que cualquier persona pueda desarrollar prototipos de utilidad social.
Estas redes tenían como objetivo combinar la “habilidad, la creatividad y el entusiasmo en las comunidades locales" con el”reservorio de conocimientos científicos y de la innovación" de los institutos politécnicas de Londres.
Cientos de diseños y prototipos fueron desarrollados, incluyendo las bicicletas eléctricas, turbinas de viento de pequeña escala, dispositivos de ahorro y conservación de energía, dispositivos para atender la discapacidad, reciclaje, juegos para niños, y redes informáticas para la comunidad. Los diseños fueron registrados en un banco de productos de acceso abierto. Existieron fondos para ayudar a las cooperativas y las empresas sociales a desarrollar estos prototipos en negocios.
Recordando el movimiento ahora, lo que más nos llama la atención es la importancia que los activistas daban a las prácticas tecnológicas como parte de su activismo político. El movimiento enfatizó el desarrollo del conocimiento tácito, la habilidad artesanal, y el aprendizaje práctico a través de la colaboración cara a cara en proyectos concretos.
Esta actividad práctica fue elegida como estrategia para la movilización de alianzas y el debate. De esta manera, durante la muestra de prototipos, los activistas trataron de atraer la más variada participación en los debates. Prototipos sociales permitían formas de debate más amplias, más prácticos que la expresión significativa a diferentes públicos, comparados a los discursos y textos y otros materiales normalmente asociado con debates políticos.
Del mismo modo hoy, Hackerspaces y
FabLabs, involucran a personas que trabajan materialmente en proyectos tecnológicos compartidos. Plataformas de medios sociales en el web se abre estos procesos de maneras más distribuidos e interconectados. Plataformas de diseño y las tecnologías de fabricación digital se permiten a compartir diseños de hardware abierto y contribuyen a un patrimonio común del conocimiento.
Hay algunos que hacen reclamados excitados por la democratización de la fabricación. La fabricación digital de base social reaviva ideas acerca de la participación directa en el desarrollo y uso de la tecnología: Es necesario comparar, por ejemplo, el ambicioso plan actual de la ciudad de Barcelona para convertirse en una FabCity con las Redes Tecnologicas de Londres de la década del ochenta.
Sin embargo, al recordar el Plan de Lucas debemos hacer una pausa y considerar dos cuestiones.
En primer lugar, la importancia atribuida a los conocimientos y habilidades tácitos. Los medios nuevos de comunicación social en el web pueden ayudar a la formación de capacidades descentralizadas y democráticas, pero no van a sustituir completamente actividad cara a cara, mano-a-mano.
En segundo lugar, para la generación anterior de activistas tecnológicos, los talleres y proyectos de colaboración también tenían que ver con la elaboración de las solidaridades y no solamente prototipos. La discusión y las actividades centradas en el proyecto estaban relacionadas con el debate y la movilización en torno a cuestiones sociales más amplias. Querían construir una economía política alternativa.
En retrospectiva, el movimiento estaba nadando contra la corriente política y económica. El gobierno de Thatcher finalmente abolió la autonomía municipal de Londres en 1986. Las industrias y los trabajadores sindicalizados disminuyeron por la reestructuración económica que tuvo uno de sus epicentros en Inglaterra y se desplegó a nivel mundial; y el poder de los sindicatos se redujo a través de la legislación y flexibilización laboral.
El thatcherismo recortó intencionalmente los recursos y espacios para promover políticas alternativas. Al hacerlo, disminuyó la diversidad que resultaba importante para la innovación. Desaparecieron las alianzas que hicieron posible el movimiento de producción socialmente útil, así como también se desvanecieron muchos de los espacios y las iniciativas generadas. La configuración social de la tecnología quedó nuevamente en manos exclusivas del mercado.
Sin embargo, a pesar de que el activismo se disipó, sus ideas no desaparecieron. Algunas prácticas tuvieron influencia más amplia, como en el diseño participativo, aunque en formas apropiadas a las necesidades del capital en lugar de a los intereses previstos de los obreros.
Por tanto, esta reflexión histórica pretende formular una tercera cuestión: esta es la pregunta por la relevancia de las relaciones de poder y la necesidad de abordar dicha problemática en el desarrollo de tecnologías democráticas. Al hacer accesible las herramientas para fabricar prototipos, la gente puede ejercer un poder para crear innovaciones. Pero este todavía ejercicio todavía debe luchar para ejercer presión sobre las agendas de desarrollo tecnológico de las elites, sobre temas como qué innovaciones atraen la inversión para la producción y comercialización, y bajo qué criterios sociales se produce el cambio social y tecnológico.
Como otros antes y después, los trabajadores de Lucas insistieron en el desarrollo democrático de la tecnología. Sus iniciativas prácticas concretas momentáneamente ampliaron la variedad de ideas, debates y posibilidades – algunos de los cuales persisten hoy. Tal vez estas ideas sean el mejor legado que nos ha dejado el movimiento de producción socialmente útil…
•Leer más sobre el projecto
Grassroots innovation: Historical and comparative perspectives
•Documento de trabajo:
Socially Useful Production (STEPS Working Paper 58)
By
Adrian Smith,
STEPS Centre